Mi primer recorrido fue en la filosofía occidental y
oriental, viviendo pasionalmente lo que ambas implicaban; una, el rostro de lo
racional; la otra,ligada al cuerpo, un saber acerca de respirar, comer,
meditar, ejercitar, hechos aparentemente menores que hacen al saber
vivir.
Titulado en el Profesorado de Filosofía, supuse que los interrogantes por
siempre abiertos en la filosofía, podrían ser repuestos en la psicología,
porque se me presentaba como una ciencia instrumental.
Titulado en Psicología, me
inquietaba el campo de la “salud mental”, en especial esa atracción que ejerce
la locura; no obstante, comprendí muy rápidamente la diferencia entre la
práctica como psicólogo en un hospicio y el ejercicio de la política en el campo
de la “salud mental”. No obstante, me titulé como Magister en Salud
Mental.
Retorné al ejercicio de mi práctica de psicoanalista, buscando
profundizar la misma desde las instancias de la formación de posgrado y me titulé
como Magister en Psicoanálisis.
Siempre trabajé en el campo de la trasmisión,
sería mucho decir enseñanza. Elegí el espacio de la epistemología de la
psicología para problematizar y compartir interrogantes y comprendí que el arte
y la literatura son vías regias de trasmisión en donde se expresa la belleza del
decir humano.
Como todo mapa de navegación hay puertos comunes a los que
siempre retorno, son paradigmas que marcan un Norte; por eso, el lector va a
encontrar que hay ideas que se repiten; es la insistencia de una verdad que se
da a decir.
La academia tiene sus dificultades, sus tramas de relaciones de
poder y sus formas sutiles de inclusión o exclusión según la pertenencia a
ciertas ideologías, o filiación, lo que la asemeja a un sistema de
parentesco.
Nosotros elegimos no censurar la palabra, ni empeñarla, ni venderla,
sino ofrecerla en un espacio de libre circulación, para que ella pueda buscar su
propio destino y en ese destino nos participe, nos retorne con el eco de
una interrogación.
Por saber que la palabra no es de nadie, sino del que la
necesita, es que la ofrecemos, con límites, torpezas, propios de las
dificultades de decir, pero henchida de pasión y del contagioso deseo de
buscar.Le toca al lector ahora, apropiarse de la palabra y hacer su propio
recorrido.
Antonio Ferrero
Extracto del Libro “Eroika II”